Reflexión sobre Hechos 14:23: "Y habiéndoles constituído ancianos en cada una de las iglesias, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en el cual habían creído."
Escuchar
Este versículo nos invita a detenernos y escuchar la importancia de la oración y la búsqueda espiritual en el establecimiento de líderes dentro de la iglesia. Pablo y Bernabé no solo nombraron ancianos, sino que lo hicieron con una profunda dependencia en la oración y el ayuno, reconociendo que la guía del Espíritu Santo es esencial para la misión de la iglesia.
En un contexto histórico, las iglesias nacientes enfrentaban grandes desafíos, desde persecuciones hasta la necesidad de madurez espiritual. La elección de ancianos no fue un proceso casual, sino una decisión tomada con reverencia y entrega total al Señor en quien habían creído.
Recibir
Recibimos aquí un modelo para la vida eclesial y para nuestra propia vida espiritual. El ayuno y la oración son prácticas que nos ayudan a discernir la voluntad de Dios con mayor claridad y a fortalecer nuestra fe. Constituir ancianos no es solo una cuestión administrativa, sino un acto espiritual que requiere entrega y confianza plena en Dios.
Además, esta entrega al Señor es un recordatorio de que todo liderazgo verdadero debe estar basado en la dependencia de Dios, no en la fuerza humana. La comunidad cristiana se sostiene y crece cuando sus líderes son ungidos y respaldados por la oración ferviente y el ayuno.
Responder
¿Cómo podemos aplicar este principio en nuestra vida y en nuestras comunidades? Primero, cultivando una vida de oración constante y sincera. Segundo, valorando la importancia del ayuno como un medio para acercarnos a Dios y buscar su dirección. Tercero, apoyando a nuestros líderes con oración y confianza, reconociendo que su autoridad viene de Dios.
Finalmente, recordemos encomendar nuestras decisiones y responsabilidades al Señor, confiando en que Él guiará cada paso conforme a su voluntad perfecta.
"Encomendar al Señor nuestras decisiones es el acto más sabio que podemos realizar; es reconocer que sin Él nada podemos hacer".
La verdadera fortaleza de una iglesia radica en su dependencia constante del Señor, manifestada en oración, ayuno y entrega total.
- Dedicar tiempo a la oración y al ayuno para buscar la guía divina en decisiones importantes.
- Reconocer y apoyar a los líderes espirituales de nuestras comunidades con fe y respeto.
- Encomendar cada proyecto y esfuerzo al Señor, confiando en su dirección y provisión.
- Fomentar una cultura de dependencia de Dios en todas las áreas de nuestra vida y ministerio.