Reflexión sobre Hechos 8:12: "Mas cuando creyeron á Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres."

Este versículo nos sumerge en un momento crucial de la expansión del evangelio en la iglesia primitiva. Felipe, lleno del Espíritu y dedicado a proclamar el reino de Dios y el nombre de Jesucristo, ve cómo la fe transforma vidas. Hombres y mujeres, al creer en el mensaje, responden con un acto de obediencia y compromiso: el bautismo.

Prácticas Espirituales

La fe que lleva al bautismo no es un simple asentimiento intelectual, sino una entrega completa al Señor. Este texto nos invita a reflexionar sobre cómo vivimos nuestra fe hoy, y cómo podemos cultivar prácticas que fortalezcan nuestro caminar con Cristo.

• Escuchar la Palabra con apertura: tal como los creyentes escucharon a Felipe, nosotros debemos abrir el corazón para recibir el evangelio.
• Responder con decisión: el bautismo es un símbolo tangible de nuestra nueva vida en Cristo, una respuesta visible a la fe interior.
• Comunión en comunidad: la transformación se vive y se sostiene en la compañía de otros hermanos y hermanas en la fe.
• Oración constante para fortalecer la relación con Dios y discernir Su voluntad.
• Testimonio activo que refleje el cambio que Cristo produce en nosotros.

Gracia que Sustenta

El bautismo es también un recordatorio de la gracia que sostiene al creyente. No es un acto que nos salva por sí mismo, sino una señal de la obra redentora de Jesucristo en nuestras vidas.

En medio de un mundo cambiante y lleno de desafíos, recordar que el evangelio es el poder de Dios para salvación nos llena de esperanza y fortaleza.

"La fe que cree en el nombre de Jesucristo es la que transforma, renueva y llama a una vida nueva en Él."

Al igual que aquellos primeros creyentes, estamos llamados a confiar plenamente en el evangelio y a vivir en obediencia activa. El bautismo es la puerta que abre el camino hacia una vida de discipulado y comunión con Dios.