Entonces el Rey dirá á los que estarán á su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.

Mateo 25:34

Entonces el Rey dirá á los que estarán á su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. (Mateo 25:34, RV 1909)

Sabiduría en la promesa divina

Este verso nos invita a contemplar una verdad profunda y eterna: la invitación del Rey, nuestro Señor Jesucristo, a participar en un reino preparado desde la eternidad. La imagen del Rey que llama a sus elegidos a heredar un reino preparado "desde la fundación del mundo" nos recuerda que Dios tiene un plan perfecto y preordenado para sus hijos.

En medio de las incertidumbres de la vida, esta promesa es un ancla segura. El reino no es una realidad improvisada, sino un lugar de bendición eterna reservado para aquellos que han vivido conforme a la voluntad del Padre. Reconocer esta certeza es una fuente de esperanza y fortaleza espiritual.

Insensatez de ignorar la invitación

Por otro lado, rechazar o ignorar esta invitación es caer en la insensatez más grande. Vivir sin considerar esta herencia eterna es perder de vista la meta suprema de nuestra existencia. La vida terrenal, con sus placeres y preocupaciones, puede fácilmente distraernos del llamado divino.

La insensatez radica en poner la mirada solo en lo temporal, olvidando que el verdadero premio es el reino preparado por Dios. Sin esta perspectiva, la vida se vuelve vana y carente de propósito eterno.

Es imperativo elegir sabiamente a quién servimos y qué valoramos, pues el Rey llama a los benditos a compartir su gloria.

  • Obedecer la voluntad de Dios con humildad y amor.
  • Buscar las cosas del cielo más que las de la tierra.
  • Vivir con la esperanza firme de la herencia eterna.
  • Practicar la justicia y la misericordia diariamente.
  • Fortalecer la fe mediante la oración y la palabra.
"Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo." Este llamado es una invitación a la vida plena y eterna que solo Cristo puede ofrecer.

En conclusión, Mateo 25:34 nos llama a una respuesta clara y decidida. El Rey invita a los que han sido fieles a su lado derecho para compartir su reino eterno, una herencia que no perece ni se marchita. Que esta promesa nos motive a vivir con propósito, amor y esperanza, conscientes de que somos parte de un plan divino desde el principio.

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