PRINCIPIO del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. (Marcos 1:1)

El primer versículo del Evangelio según Marcos nos introduce a una verdad fundamental: el evangelio es el principio de la revelación de Jesucristo, el Hijo de Dios. Esta afirmación no solo establece el punto de partida para toda la narrativa bíblica, sino que también nos invita a considerar la centralidad de Cristo en nuestra fe y vida diaria.

El significado profundo del “principio” en Marcos 1:1

La palabra “principio” en este contexto no se refiere simplemente a un inicio cronológico, sino a un fundamento esencial. Marcos nos presenta el evangelio como la buena noticia que comienza con la persona y obra de Jesucristo. Él es el Hijo de Dios, la promesa hecha realidad, el cumplimiento de las profecías y la esperanza que renueva el alma humana.

Este “principio” implica que todo lo que sigue en el Evangelio es un desarrollo de la vida, ministerio, muerte y resurrección de Jesús. Marcos no solo narra hechos históricos, sino que invita a los lectores a reconocer que en Cristo está el poder para la salvación y la transformación.

Cómo vivir el principio del evangelio en nuestro día a día

Vivir en el “principio” del evangelio significa poner a Jesucristo como el fundamento y guía de nuestra existencia. Cuando reconocemos a Jesús como el Hijo de Dios, nuestras prioridades cambian, nuestro corazón se renueva y nuestra mirada se fija en la esperanza eterna.

Este versículo nos desafía a no quedarnos en la teoría o en el conocimiento superficial, sino a experimentar el evangelio en cada acción, palabra y decisión. Es un llamado a dejar que la luz de Cristo ilumine cada área de nuestra vida, desde lo más profundo de nuestro ser hasta las relaciones que cultivamos.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16)

Este pasaje complementa el mensaje de Marcos 1:1, recordándonos que el evangelio es una invitación a la vida eterna a través de la fe en Jesucristo.

1. Reconocer a Jesús como fundamento personal y espiritual.
2. Buscar diariamente su guía en la oración y la lectura bíblica.
3. Vivir con integridad y amor, reflejando su carácter.
4. Compartir la esperanza del evangelio con quienes nos rodean.
5. Confiar en sus promesas en medio de las dificultades.
6. Permitir que su palabra transforme nuestras decisiones y actitudes.

El principio del evangelio es el principio de una vida nueva y plena en Cristo. Que esta verdad nos impulse a vivir con fe firme y esperanza viva cada día.