Reflexión sobre Filipenses 1:6: "Estando confiado de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;"
Este versículo de la carta de Pablo a los filipenses es un mensaje de esperanza y seguridad para todo creyente. Nos recuerda que la obra que Dios inicia en nuestras vidas no queda inconclusa, sino que Él mismo se compromete a perfeccionarla hasta el regreso de Cristo. La confianza en esta promesa nos invita a vivir con una mirada firme en la transformación espiritual continua.
Santidad: el proceso divino de perfección
La palabra "perfeccionará" implica un proceso en el que Dios va moldeando nuestro carácter y santidad. No somos perfectos de un día para otro; la obra de Dios en nosotros es progresiva y amorosa. Cada experiencia, cada prueba y cada momento de crecimiento espiritual es parte de este proceso divino. En este sentido, la santidad no es solo un mandato, sino una obra que Dios realiza en nosotros.
Reconocer que Dios está activo en nuestra transformación nos libera del peso de la autocrítica desmedida. Nos invita a ser pacientes y perseverantes, confiando en que Él no abandona su obra. Así, la santidad se convierte en una meta alcanzable porque está sostenida por el poder y la fidelidad de Dios.
Compasión: reflejo de la obra de Dios en nosotros
La perfección que Dios obra en nosotros también se manifiesta en la compasión hacia los demás. Al ser transformados, reflejamos el amor y la misericordia de Cristo en nuestras relaciones. Esta transformación interior nos impulsa a actuar con bondad, paciencia y comprensión, recordando que todos estamos en proceso de crecimiento.
La compasión no es solo un sentimiento, sino una expresión tangible de la buena obra que Dios realiza en nuestro corazón. Al amar y servir a otros, participamos activamente en el plan divino de restauración y perfección que culminará en el día de Jesucristo.
Es fundamental recordar que la obra que Dios comenzó en nosotros es segura y continua, lo que nos da esperanza y fortaleza en cada etapa de nuestra vida espiritual.
- Dios inicia y sostiene la transformación espiritual en cada creyente.
- La perfección es un proceso que requiere tiempo y confianza en Dios.
- La santidad es fruto de la obra continua de Dios en nuestro corazón.
- La compasión es una manifestación práctica de esta obra divina.
- Confiar en esta promesa nos ayuda a superar dudas y desánimos.
"Estando confiado de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;" (Filipenses 1:6)
En conclusión, este versículo nos invita a vivir con la certeza de que Dios no nos abandona en nuestro caminar espiritual. Su obra en nosotros es firme y eterna, y nos llama a reflejar esa transformación en amor y servicio. Que esta promesa nos impulse a seguir adelante con fe y esperanza, sabiendo que el día de Jesucristo traerá la culminación gloriosa de esta buena obra.