El siguiente día ve Juan á Jesús que venía á él, y dice: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

Juan 1:29

El siguiente día ve Juan á Jesús que venía á él, y dice: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. (Juan 1:29, RV 1909)

Resonancias en el Antiguo Testamento

El título "Cordero de Dios" remite profundamente a la historia y teología del Antiguo Testamento, donde el cordero es símbolo de sacrificio y redención. En Éxodo, el cordero pascual fue la señal del pueblo de Israel para ser librado de la esclavitud en Egipto, marcando la protección divina frente a la muerte (Éxodo 12:1-30). Esta imagen no solo evoca liberación física, sino también la esperanza de una salvación que trasciende el tiempo.

Además, el sistema sacrificial levítico presentaba corderos sin mancha como ofrendas para el perdón de los pecados, apuntando hacia una necesidad humana de reconciliación con Dios. En Isaías 53, el Siervo sufriente es descrito como un cordero llevado al matadero, que carga con las iniquidades de muchos, anticipando la obra redentora de Cristo.

Cumplimiento en el Nuevo Testamento

Cuando Juan el Bautista proclama: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo", está señalando a Jesús como el cumplimiento vivo y definitivo de esas antiguas sombras y profecías. Jesús no es solo un sacrificio más; Él es el único capaz de eliminar el pecado de la humanidad entera, ofreciendo perdón y reconciliación eterna.

Esta declaración es un punto de inflexión en la revelación divina, pues anuncia que la solución al problema del pecado no es un ritual repetitivo, sino una persona que se entrega una vez por todas. Juan reconoce en Jesús la plenitud del plan redentor, invitándonos a contemplar la profundidad del amor divino manifestado en la cruz.

El Cordero de Dios representa la entrega total y el amor incondicional que transforman nuestra relación con el Padre. Esta verdad nos invita a una respuesta de fe y gratitud que impacta cada área de nuestra vida.

En la práctica, aceptar a Jesús como el Cordero de Dios implica reconocer nuestra propia necesidad de perdón y confiar en su sacrificio como suficiente para limpiarnos de toda culpa. Es el inicio de una vida nueva, marcada por la libertad y la esperanza.

Este versículo también nos desafía a vivir con conciencia de que el pecado no es un problema aislado, sino una realidad que afecta a todo el mundo y que solamente Jesús puede resolver plenamente.

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (Juan 3:16)

De este modo, el Cordero de Dios es la respuesta que el mundo esperaba, la luz que ilumina nuestras tinieblas y la esperanza que nunca se apaga.

  • Éxodo 12: El cordero pascual como liberación.
  • Levítico 4-5: Sacrificios por el pecado con corderos sin defecto.
  • Isaías 53: El Siervo sufriente como cordero llevado al matadero.
  • Juan 1:29: Jesús como el Cordero que quita el pecado del mundo.
  • Hebreos 9-10: Cristo como sacrificio único y definitivo.

Al meditar en este versículo, somos invitados a renovar nuestra confianza en Jesús, el Cordero que no solo carga con nuestros pecados, sino que los elimina para siempre, abriendo camino a una comunión restaurada con Dios.

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