Al que no conoció pecado, hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

2 Corintios 5:21

Reflexión sobre 2 Corintios 5:21: "Al que no conoció pecado, hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él."

Este versículo es una profunda declaración del misterio de la redención en Cristo. Pablo nos revela que Jesús, siendo sin pecado, tomó sobre sí la culpa y el castigo de nuestro pecado para que nosotros pudiéramos ser justificados ante Dios. Es un acto de amor y sacrificio que trasciende el tiempo y las circunstancias.

La Paz que viene de la Justificación

La justicia que recibimos en Cristo no es algo que podamos ganar por méritos propios; es un regalo divino que nos otorga paz con Dios. Esta paz no es solo la ausencia de conflicto, sino una reconciliación profunda que transforma nuestro interior. Al ser hechos justicia, somos liberados de la condena y podemos vivir en la tranquilidad de saber que somos aceptados por Dios.

Esta paz es un ancla para el alma en medio de las tormentas de la vida. Nos recuerda que, aunque enfrentemos dificultades, nuestra identidad está asegurada en el amor inmutable de Dios. Por eso, podemos caminar con confianza y esperanza, sabiendo que la justicia de Cristo nos sostiene.

  • Practicar la oración diaria para fortalecer nuestra conexión con Dios.
  • Meditar en las promesas de la Escritura que nos recuerdan nuestra identidad en Cristo.
  • Participar en la comunidad de fe para recibir apoyo y ánimo.
  • Perdonar a otros como reflejo del perdón que hemos recibido.
  • Buscar la reconciliación en nuestras relaciones personales.

La Misión que nace de la Redención

Ser hechos justicia de Dios también implica una misión: vivir como embajadores de su paz y justicia en el mundo. Al comprender el sacrificio de Cristo, somos llamados a reflejar ese amor y justicia en nuestras acciones cotidianas. Esto significa actuar con integridad, compasión y humildad.

Además, esta misión nos impulsa a compartir el mensaje de reconciliación con quienes aún no conocen la gracia de Dios. Como portadores de esta verdad, nuestra vida debe ser un testimonio vivo del poder transformador de Cristo.

"Por tanto, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas." (2 Corintios 5:17)

Este versículo nos invita a vivir en la realidad de que, en Cristo, somos renovados y llamados a una vida de justicia y paz. No es solo un cambio legal, sino una transformación que afecta todo nuestro ser y nuestra forma de relacionarnos con Dios y con los demás.

Recordar que Jesús llevó nuestro pecado nos llena de gratitud y nos motiva a vivir para Él con un corazón dispuesto y agradecido. La cruz es el centro de nuestra fe y la fuente de nuestra esperanza.


Oremos para que Dios nos ayude a vivir en la justicia que Cristo nos ha dado, y que esa justicia se manifieste en paz y amor hacia todos.

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