No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez. - Juan 3:7 (RV 1909)
Escuchando el llamado
En Juan 3:7, Jesús nos confronta con una verdad esencial para la vida espiritual: la necesidad de nacer de nuevo. Este mandato, pronunciado en un diálogo con Nicodemo, desafía nuestra comprensión natural y nos invita a una transformación profunda que solo Dios puede realizar.
El nacimiento espiritual no es un simple cambio de conducta ni una mejora personal; es una renovación radical del corazón y del espíritu. A través del Espíritu Santo, somos hechos nuevas criaturas, capaces de ver y entrar en el Reino de Dios.
Obediencia en el presente
No debemos maravillarnos ni resistirnos a esta necesidad, sino aceptar con humildad que sin este nuevo nacimiento no podemos experimentar la vida eterna. La invitación a nacer otra vez es un llamado a la obediencia que transforma nuestra manera de vivir y de relacionarnos con Dios y con los demás.
Reconocer esta necesidad es el primer paso hacia una relación auténtica con el Señor, que nos llena de paz y esperanza.
Este proceso no es instantáneo para todos, pero es una decisión diaria de rendirnos al Espíritu y permitir que Él obre en nosotros. No es un acto de fuerza humana, sino de fe y entrega.
En un mundo que ofrece muchas alternativas para la felicidad, este mandato de Jesús nos recuerda que solo en Él encontramos la verdadera vida.
- Reconoce tu necesidad espiritual.
- Confiesa tus pecados y arrepiéntete sinceramente.
- Entrega tu vida a Jesucristo como Señor y Salvador.
- Busca el bautismo como símbolo de tu nuevo nacimiento.
- Lee y medita la Palabra de Dios diariamente.
- Ora en fe, pidiendo la guía del Espíritu Santo.
- Únete a una comunidad de creyentes para fortalecer tu fe.
- Vive obedeciendo los mandamientos y reflejando el amor de Dios.
"El que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios." (Juan 3:5)
Esta palabra nos recuerda que el nuevo nacimiento no es opcional, sino esencial para participar en la vida que Dios ofrece. Así, cada día es una oportunidad para renovar nuestro compromiso con Él.
Que esta reflexión nos impulse a no resistirnos, sino a abrazar con gozo la transformación que Jesús nos ofrece, naciendo otra vez en espíritu y verdad.