Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua de la vida de balde.

Apocalipsis 22:17

Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua de la vida de balde. (Apocalipsis 22:17, RV 1909)

Identidad en Cristo

Este versículo final del libro de Apocalipsis es una invitación profunda y amorosa que revela la esencia del llamado cristiano. La voz del Espíritu Santo y la Esposa, que representa a la iglesia, se unen para invitar a todos a acercarse a la fuente de vida eterna. Esta invitación expresa la identidad del creyente: ser parte de una comunidad que recibe y comparte el agua viva, símbolo del Espíritu y de la salvación en Cristo.

Reconocer nuestra identidad en Cristo es aceptar que somos sedientos de algo que solo Él puede satisfacer. La sed aquí no es solo física, sino espiritual; es un anhelo profundo por la comunión con Dios y la plenitud que solo Él puede dar. Como creyentes, somos llamados a responder a esta invitación con un corazón dispuesto y abierto.

Caminar dignamente

Responder al llamado de “Ven” implica un compromiso de vida. No es solo un acto aislado, sino el inicio de un camino de fe y obediencia. Caminar con Cristo significa vivir conforme a su palabra, reflejando su amor y gracia en nuestras acciones diarias. Es aceptar que la vida eterna no es solo un futuro prometido, sino una realidad presente que transforma nuestro andar.

El ofrecimiento del agua de la vida “de balde” subraya la gracia inmerecida que Dios nos concede. No necesitamos ganarla ni pagarla; es un regalo que fluye libremente para quien quiera tomarlo. Este acto de recibir y caminar en gracia nos invita a una vida de dependencia constante del Espíritu Santo, quien nos guía y fortalece.

Esta invitación también nos desafía a ser portadores del mensaje, a decir “Ven” a otros que aún no han escuchado o no han respondido. La iglesia, como Esposa de Cristo, tiene la misión de extender esta invitación con amor y fidelidad, siendo testigos de la esperanza viva que tenemos en Jesús.

  • ¿Reconozco mi sed espiritual y busco saciarla en Cristo?
  • ¿He respondido al llamado del Espíritu y la Esposa con un corazón abierto?
  • ¿Cómo reflejo en mi vida diaria la gracia que he recibido gratuitamente?
  • ¿Estoy dispuesto a invitar a otros a beber del agua de la vida?
  • ¿Confío en que el Espíritu me guía en mi caminar con Cristo?

La invitación a tomar del agua de la vida es una manifestación del amor inagotable de Dios, que nos llama a vivir en comunión constante con Él y a compartir esa vida con quienes nos rodean.

"El que tiene sed, venga; y el que quiere, tome del agua de la vida de balde." - Apocalipsis 22:17

Que esta palabra nos impulse a reconocer nuestra verdadera identidad en Cristo y a caminar dignamente, siendo portadores de esperanza y vida en un mundo sediento de verdad. La invitación está abierta; responder es comenzar una aventura de fe que nos transforma día a día.

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