Reflexión sobre Filipenses 3:5: "Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, Hebreo de Hebreos; cuanto á la ley, Fariseo;"
Observación
El apóstol Pablo, en Filipenses 3:5, nos ofrece un testimonio profundo sobre su identidad y formación. Nos habla de su circuncisión al octavo día, una práctica que simbolizaba la pertenencia al pueblo de Dios y la alianza establecida con Abraham.
Además, se identifica como miembro del linaje de Israel, específicamente de la tribu de Benjamín, lo que indica un arraigo histórico y étnico en la nación escogida por Dios. Pablo también se describe como "Hebreo de Hebreos", resaltando su pureza de herencia cultural y religiosa.
Finalmente, se refiere a sí mismo como fariseo en cuanto a la ley, destacando su celo y rigor en la observancia de la Ley de Moisés, lo que refleja un compromiso profundo con la tradición y las enseñanzas judías.
Interpretación
Este versículo revela la firme identidad que Pablo tenía antes de su encuentro con Cristo. Su orgullo en sus credenciales religiosas y sociales era notable, pero también es un preámbulo para mostrar que todo eso, en comparación con el conocimiento de Cristo, carece de valor.
La circuncisión al octavo día no es solo un dato histórico, sino un símbolo de obediencia a Dios desde el nacimiento. Ser del linaje de Israel y de la tribu de Benjamín habla de un privilegio y una responsabilidad en la historia de la salvación.
Ser fariseo, conocido por su estricta observancia de la ley, indica que Pablo no era un creyente superficial sino alguien que había dedicado su vida a cumplir la ley con celo, antes de entender la gracia de Dios a través de Jesús.
Aplicación
Este versículo nos invita a reflexionar sobre nuestra propia identidad espiritual y las cosas en las que confiamos. Al igual que Pablo, podemos tener logros, antecedentes o prácticas religiosas que consideramos valiosas, pero debemos evaluar si estas nos acercan verdaderamente a Dios.
La verdadera transformación ocurre cuando reconocemos que nuestra valía no está en nuestras obras o antecedentes, sino en la gracia y conocimiento de Cristo. Así como Pablo dejó atrás su antiguo orgullo para seguir a Jesús, nosotros también estamos llamados a poner nuestra confianza en Él por encima de todo.
Finalmente, recordemos que Dios respeta nuestro pasado y nuestra historia, pero nos invita a vivir una nueva vida en Él, donde la ley se cumple en amor y no en simple cumplimiento externo.
- Circuncisión al octavo día como símbolo de pacto y obediencia.
- Identidad en el linaje y tribu israelita como parte del plan de salvación.
- El celo fariseo como muestra de compromiso previo a la fe en Cristo.
"Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado pérdida por amor de Cristo." (Filipenses 3:7)