Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen á vuestro Padre que está en los cielos. (Mateo 5:16, RV 1909)
Ecos del Antiguo Testamento
La exhortación de Jesús en Mateo 5:16 resuena profundamente con imágenes y enseñanzas del Antiguo Testamento, donde la luz es símbolo de la presencia divina y la justicia. En el Salmo 119:105 se declara: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino." Aquí, la luz representa guía y dirección, un tema que Jesús retoma para mostrar que sus seguidores deben reflejar esa misma claridad espiritual ante el mundo.
Además, en Isaías 42:6, Dios llama a su siervo a ser "luz de las naciones", una misión que apunta a la manifestación visible de la justicia y la salvación. Esta llamada a iluminar no es sólo individual, sino comunitaria y universal, una invitación a vivir como testimonios vivos del carácter santo de Dios.
Cumplimiento en el Nuevo Testamento
En el contexto del Sermón del Monte, Jesús redefine la luz como la manifestación visible de la fe activa. No basta con creer en silencio; la luz debe brillar delante de los hombres, es decir, en la esfera pública, para que otros puedan ver y glorificar a Dios. Esto implica que las obras buenas no son una búsqueda de reconocimiento humano, sino un medio para dirigir la gloria hacia el Padre celestial.
Este mandato resalta la ética del testimonio cristiano, donde la comunidad de creyentes está llamada a ser espejo de la gracia divina. La luz que Jesús menciona no es una luz propia, sino la que emana de la comunión con Dios y la obediencia a sus mandamientos.
En la práctica, esto desafía a cada creyente a examinar la coherencia entre fe y acción, a vivir con integridad y amor en medio de un mundo que a menudo camina en tinieblas espirituales.
La luz que brilla a través de nosotros debe ser un reflejo fiel de la luz que Cristo ha puesto en nuestro interior.
Este versículo también invita a reflexionar sobre el propósito último de nuestras acciones: no la exaltación personal, sino la glorificación de Dios. Nuestra conducta debe apuntar siempre a revelar el carácter de nuestro Padre celestial, quien es la fuente de toda bondad y verdad.
- La luz como símbolo de la presencia y guía divina (Salmo 119:105)
- El llamado a ser luz para las naciones (Isaías 42:6)
- La manifestación visible de la fe mediante obras buenas
- El propósito de glorificar a Dios y no a uno mismo
- La coherencia entre creencia y acción en la vida cristiana
"Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder." (Mateo 5:14)
En conclusión, Mateo 5:16 nos invita a vivir una fe activa y visible, que ilumine el entorno con la luz de Cristo. Esta luz no es para nuestro propio beneficio, sino para que otros puedan ver nuestras buenas obras y, a través de ellas, glorificar a nuestro Padre que está en los cielos. Que esta enseñanza inspire a cada creyente a ser un faro de esperanza y amor en medio de la oscuridad del mundo.