Y llegando Jesús, les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. (Mateo 28:18)
Fe en la autoridad de Cristo
Este pasaje, extraído del Evangelio según Mateo, nos presenta una declaración poderosa y solemne de Jesús tras su resurrección. Él afirma que toda autoridad en el cielo y en la tierra le ha sido entregada, una verdad fundamental para la fe cristiana. Reconocer esta potestad es aceptar que Cristo gobierna no solo sobre el mundo visible, sino también sobre el mundo espiritual, y que su poder es absoluto y eterno.
Desde tiempos antiguos, la humanidad ha buscado un líder digno de confianza y con autoridad verdadera. Jesús se presenta como ese líder divino, a quien Dios ha conferido la máxima autoridad. Esta certeza fortalece nuestra fe y nos invita a confiar plenamente en su gobierno y en sus promesas.
Obras que fluyen de la fe
Cuando afirmamos que toda potestad le es dada a Jesús, no solo hablamos de un título o un poder lejano, sino de una autoridad que actúa en nuestra vida diaria. La fe en esta verdad debe traducirse en obras concretas que reflejen el amor y la obediencia a Cristo. Al vivir bajo su señorío, somos llamados a manifestar su reino en medio del mundo a través de nuestras acciones.
El reconocimiento de su autoridad transforma nuestro proceder, motivándonos a actuar con justicia, misericordia y humildad. Así, la fe activa se convierte en testimonio vivo del poder de Cristo, demostrando que su potestad no es solo espiritual sino también práctica.
- Jesús tiene autoridad suprema sobre todo lo creado.
- Su potestad abarca tanto el cielo como la tierra.
- La fe en su autoridad fortalece nuestra confianza y esperanza.
- Esta autoridad nos impulsa a vivir en obediencia y amor.
- Nuestras obras deben reflejar el reino de Cristo aquí y ahora.
- La resurrección confirma y legitima su poder eterno.
La autoridad de Cristo es la base firme sobre la cual podemos construir una vida plena y victoriosa. Sin esta certeza, nuestra fe carecería de fundamento y dirección.
“Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” – Mateo 28:18
En conclusión, este versículo nos invita a reconocer y someternos a la soberanía de Jesús, quien gobierna con justicia y amor. Al hacerlo, nuestra fe se fortalece y nuestras obras se vuelven un reflejo de su reino eterno. Que esta verdad inspire cada paso que damos, recordándonos que bajo su autoridad encontramos propósito, fuerza y esperanza.