De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de muerte á vida.

Juan 5:24

De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de muerte á vida. (Juan 5:24)

Reflexión Escrituraria

En Juan 5:24, Jesús nos ofrece una promesa profunda y consoladora que trasciende el tiempo y las circunstancias. La afirmación de “de cierto, de cierto os digo” subraya la veracidad y la importancia del mensaje que sigue: la vida eterna se concede a quien escucha y cree en la palabra de Cristo y en Dios Padre, quien lo envió.

Este versículo nos recuerda que la fe activa, manifestada en la escucha y la creencia, es el puente que nos lleva de la muerte espiritual a la vida verdadera. La “vida eterna” no solo es una esperanza futura, sino una realidad presente que transforma el ser interior del creyente.

La expresión “no vendrá a condenación” es una declaración liberadora. Jesús asegura que quienes creen no enfrentan juicio condenatorio, porque su destino ha sido cambiado por la gracia. Esta seguridad espiritual nos invita a vivir sin temor, confiando plenamente en la obra redentora de Cristo.

Reflexión Moderna

En un mundo donde la incertidumbre y el miedo al futuro prevalecen, el mensaje de Juan 5:24 ofrece paz y esperanza renovadas. La invitación a escuchar y creer es también un llamado a la acción: abrir el corazón a la palabra de Dios y permitir que transforme nuestra realidad cotidiana.

La vida eterna se manifiesta en nuestra relación presente con Dios, en la transformación del carácter y en la esperanza firme que sostiene en medio de las pruebas. No es un concepto abstracto, sino un regalo que impacta nuestro día a día con gozo y propósito.

Además, esta promesa nos desafía a compartir esta verdad con otros, siendo testigos de la gracia que nos ha dado vida y libertad. Vivir con la certeza de que hemos pasado de muerte a vida cambia nuestra perspectiva, priorizando lo eterno sobre lo temporal.

  • La fe activa es fundamental para recibir la vida eterna.
  • Dios ofrece seguridad y ausencia de condenación a los creyentes.
  • La vida eterna comienza en el presente, no solo en el futuro.
  • Esta promesa transforma nuestra manera de vivir y de relacionarnos.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” - Juan 3:16

Creer en Jesús y en el Padre que lo envió nos garantiza una vida transformada y una esperanza que no defrauda.

Oremos para que Dios abra nuestros oídos y corazones, fortaleciendo nuestra fe para vivir plenamente en la vida eterna que Él nos ofrece.

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